Sinopsis Política: La corrupción humana que destruye proyectos sociales y políticos (segunda parte)

 Sinopsis Política: La corrupción humana que destruye proyectos sociales y políticos (segunda parte)

Por: J. Salatiel Arroyo Zamora

En la edición anterior se explicó como el poder en manos de personas sin convicciones firmes y frágiles de carácter pudre al ser humano, convirtiéndolo en una amenaza social, que destruye proyectos políticos y lo contaminan todo. Peor, es cuando un estúpido logra tener una pequeña porción de mandato y cree poseer una tonelada de autoridad, más cuando ese poder se ejerce de manera absoluta, corrompiendo absolutamente. Quedando claro que la causa de la mayoría de los problemas colectivos de la sociedad, además de la incompetencia gubernamental, el robo, la estafa, inseguridad, violencia y terrorismo, es la corrupción de los gobernantes, sus funcionarios y representantes populares. En concreto, la responsabilidad es de la clase política, que convierte en rehenes a los partidos y en esclavos a los ciudadanos.

No son los partidos políticos los malvados, pues en sus documentos básicos sólo hay buenas intenciones. Son los seres humanos que los controlan.

Pero la retórica de los gobernantes sin honor y sus “operadores”, entrenados también para engañar, confunde a los ciudadanos, que se la pasan experimentando, transitando de un partido a otro, dirigidos por los mismos de siempre que cambian de identidad, “ideología” y principios partidarios como si cambiaran de ropa interior, en busca siempre de su permanencia en el poder y goce de privilegios, cuando en la organización política de la que desertan se les han cerrado las puertas, las posibilidades de sostenerse en la nómina presupuestal y conservar sus prerrogativas, indultos e impunidad.

En tanto la sociedad no se da por vencida, sigue depositando su confianza en la pésima élite política, sabiendo de antemano que se trata de personas farsantes, mentirosas y ladronas. Pero el “pueblo bueno y sabio” continúa firme en sus anhelos de cambio, de una transformación real y positiva. Aunque, con su voto poco reflexivo, esté sumergiendo al país en una profunda crisis, donde las promesas se reducen a discursos vacíos y las esperanzas de cambio se transformen en más de lo mismo: corrupción, impunidad e hipocresía.

Al respecto, los verdaderos ciudadanos de izquierda, los liberales (no los que están o buscan ingresar a la nómina del gobierno) urgen despertar, recuperar la conciencia crítica y dejar de aceptar en silencio la simulación, “porque merecemos un gobierno honesto, que realmente sirva la pueblo y no que se sirva de él”.

Del gobierno y sus “paleros” ya conocemos sus tácticas, cuando se saben descubiertos reaccionan con violencia (con irracional histeria heredada). Ante la crítica fundada, en lugar de meditar y rectificar, siendo gobierno en funciones, se recurre al pasado, culpando de todo a los funcionarios de antes para evadir la responsabilidad del presente.

Se hostiga con insultos y amagos, intimidando para inhibir el derecho ciudadano a señalar. Especialmente sí se opina en contra de mandatarios y servidores públicos en funciones, de quienes no se debe poner en duda su eficacia, rectitud y honorabilidad, mucho menos exhibir sus faltas. Vean lo que está padeciendo Ernesto Zedillo Ponce de León, por atreverse a hacer público un estudio critico de la realidad del país. Hasta su esposa está siendo acusada por el gobierno y sus gánsteres de ser socia del narco, después de 25 años de que su esposo dejó la presidencia de México, y sin que jamás se aprovecharan esas “evidencias” para llevarla a prisión. Delitos que seguramente ya prescribieron.

Insisto, los gobiernos de la Cuarta Transformación, desde Andrés Manuel López Obrador y ahora su discípula, cuando se descubren anomalías y se les cuestionan actos de corrupción, de inmediato acuden al pasado para escudarse. Pasando por alto que, precisamente por eso ganaron y hoy son gobierno, por los corruptos del pasado y las críticas que se les hicieron. Por eso el electorado votó por Morena, con la esperanza de que fueran diferentes. No para que hicieran lo mismo, con mayor cinismo.

En lugar de distraer, confundir a la población y justificarse con declaraciones que ya conocemos, deberían actuar en consecuencia y congruencia, metiendo a la cárcel a los corruptos y recuperando el patrimonio de los mexicanos ¿Qué no crearon para eso una institución que pusieron por nombre: “Instituto para devolver al Pueblo lo Robado? A parte de gastar inútilmente miles de millones de pesos en un infructuoso “Juicio Popular” para meter a la cárcel a los ex presidentes corruptos, que sólo sirvió para seguir engañando ingenuos, robarse también el dinero y dar tiempo para que las acciones penales en contra de esos “delincuentes” prescribieran.

Hoy, a Ernesto Zedillo y a su esposa, la misma presidenta se reduce a acusarlos personalmente, pero desde “la mañanera del pueblo” y no ante las instancias respectivas, cuando debieron ordenar (o “instruir”) reunir las evidencias y aprehenderlos. Ahora ya nada pueden hacer, más que hablar. Y no se corrigen, a pesar de ser gobierno y ostentar el poder de manera absoluta, no actúan jurídicamente, conforme a derecho. No denuncian los hechos, ni aportan las pruebas.

Cuando llegan a denunciar, las fiscalías premeditadamente integran “flojas” o con inconsistencias las carpetas de investigación, para que el indiciado burle la acción de la justicia y acusar de corrupto al Poder Judicial. Cuando, en materia de putrefacción, en la historia del país no ha existido poder que supere (en corrupción) a quienes representan al Ejecutivo.

¿Montaje la “agresión” a Raúl Morón?

El gobierno y sus aliados pueden torcer las leyes a conveniencia, mentir, engañar, agredir y convertirse en víctimas, mártires de la democracia, defensores de la “honestidad valiente”. Sólo revisen el montaje de la agresión al senador Raúl Morón en Apatzingán, quien anda en plena campaña electoral a la gubernatura del estado (realizando de manera flagrante actos anticipados de campaña y competencia desleal con otros aspirantes, incluso de su propio partido), bajo el pretexto de ser “invitado” a esos eventos para explicar acerca de la elección de ministros, magistrados y jueces.

Pues, supuestos opositores, agarraron a sillazos a su comitiva. Cuya agresión ha sido capitalizada por el senador para obtener beneficios políticos, ya que, siendo uno de los personajes más poderosos del país (amigo personal de la presidenta Sheinbaum, consentido de AMLO y senador de la República), de inmediato se realizaron acciones publicitarias y manifestaciones de solidaridad a nivel nacional.

En tanto, en Michoacán, la Fiscalía (seguramente a petición del Gobierno del Estado) envió a la comodidad de su despacho a ministerios públicos a tomar su denuncia, para que el ex líder magisterial, hoy representante popular, no se “desgastara” y evitara la fatiga de ir a las instalaciones de la FGE, como lo hace todo ciudadano michoacano que no trafica con influencias.

Tanto el senador Morón, como la clase política del partido oficial y el Gobierno Federal, le dieron mayor importancia a la agresión cometida en contra del aspirante a gobernador, que, a las víctimas de minas terrestres, como sucede en comunidades aisladas del municipio de Chinicuila y los “dronazos” en la región de Tierra Caliente del Valle de Apatzingán.

Para los encumbrados en el poder, es más grave y violento un “silletazo” arrojado contra un sujeto poderoso, que no necesita que nadie lo defienda (que más bien fue electo para representar al pueblo, en su protección y resguardo), que cuenta con abogados por montones, entre los de la Cámara de Senadores y los lambiscones que ambicionan ingresar a la nómina como jueces y magistrados.

Pues para el gobierno y sus secuaces es prioritario defender a Morón y castigar a sus agresores, antes que aprehender a los cabecillas criminales que secuestran, asesinan, extorsionan y causan terror. A esos, hay que seguirles repartiendo abrazos, “son seres humanos que merecen respeto”. Para ellos (los criminales) justicia y gracia, para los inconformes y opositores “la ley a secas”.

Lo cierto es que, con los sillazos en contra de sus seguidores, el maestro Morón es el único que salió ganando. Además de la promoción propagandística que recibió, se convirtió víctima de la agresión, en un “mártir” que debe ser cuidado, protegido, amado, y en su momento votado.

Esta historia me hizo recordar un hecho suscitado en el año 2001, durante la campaña a gobernador en Michoacán, entre Lázaro Cárdenas Batel (PRD) y el acaudalado empresario Alfredo Anaya Gudiño (PRI). En ese tiempo el poder real lo ejercía la clase política, no los poderes fácticos. Que iniciarían operaciones libres y abiertas durante el gobierno ganador en esa competencia.

El PRD estaba en todo su apogeo (como ahora Morena), Anaya representaba el mejor perfil del partido oficial, pero el arrastre del PRD y el apellido Cárdenas resultaban difíciles de vencer. Ante la dificultad para cambiar la tendencia ganadora, reducir la ventaja del PRD, los estrategas priistas simularon un atentado en contra del candidato oficial, difundiendo fotografías de una camioneta con impactos de bala y versiones en ese sentido.

Más tarde se descubriría que se trató de un montaje, para lograr popularidad y hacer crecer en las preferencias electorales al candidato priista. Sin embargo, el efecto resultó contraproducente, por improbable. Pues en esa época las condiciones de seguridad eran totalmente diferentes, nadie creyó el atentado al candidato. Se investigó, descubriéndose que se trató de un montaje.

Así que, los políticos son capaces de eso y mucho más, con tal de concretar sus ambiciones, y los de morena han resultado igual, en ocasiones peores, que los más negativos personajes del PRI. Los han superado en mañas y desfachatez.

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