Exoplaneta K2-18b podría albergar vida; científicos piden cautela ante el hallazgo

A 124 años luz de la Tierra, en la constelación de Leo, orbita un mundo intrigante: K2-18b, un exoplaneta más pequeño que Neptuno, pero dos veces y media más grande que nuestro planeta. Recientemente, un equipo de astrónomos de la Universidad de Cambridge anunció el hallazgo de posibles indicios de vida en su atmósfera, un descubrimiento que ha generado entusiasmo, pero también escepticismo dentro de la comunidad científica.
La investigación, publicada en The Astrophysical Journal Letters, señala la presencia de sulfuro de dimetilo (DMS) y disulfuro de dimetilo (DMDS), compuestos que en la Tierra son producidos por fitoplancton y bacterias. Estos gases fueron detectados mediante el telescopio espacial James Webb, que analizó la luz filtrada a través de la atmósfera del planeta mientras este transitaba frente a su estrella, una enana roja. La técnica, conocida como espectroscopia de transmisión, permite identificar las «huellas químicas» de moléculas distantes con una precisión sin precedentes.
Sin embargo, el entusiasmo inicial debe moderarse. Como bien decía Carl Sagan, «las afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias», y este caso no es la excepción. Varios científicos han expresado reservas, argumentando que estos compuestos podrían generarse por procesos abióticos, es decir, sin intervención de vida. Edward Schwieterman, astrobiólogo de la Universidad de California, advierte que se deben explorar todas las explicaciones posibles antes de concluir que se trata de un signo de actividad biológica. Por su parte, Steven Schmidt, de la Universidad Johns Hopkins, calificó los resultados como «interesantes, pero no evidencia sólida».
El equipo de Cambridge reconoce que se necesitan más observaciones para alcanzar una certeza del 99,99994%, el estándar que la ciencia exige para confirmar un hallazgo de esta magnitud. Nikku Madhusudhan, líder de la investigación, ha subrayado la importancia de seguir estudiando K2-18b, aunque los recortes presupuestarios en la NASA podrían complicar el acceso al telescopio James Webb.
Este debate recuerda al caso de la fosfina en Venus en 2020, donde un anuncio similar terminó en controversia. La ciencia avanza con paciencia, descartando hipótesis y validando datos. Por ahora, K2-18b sigue siendo un misterio fascinante, pero la respuesta definitiva sobre su habitabilidad aún está lejos. (Noticias de México)